Se
equivocan quienes siguen creyendo que la cultura es un asunto de simple goce
estético o divertimento de cachacos buena vida. No, ese concepto define
elementos que conforman el sentido de una nacionalidad pluriétnica, y promueve
posibilidades de integración social y de convivencia pacífica.
No es inane por lo tanto que la Constitución señale en su
artículo 70 que la cultura es fuente de la nacionalidad y que el Estado debe
garantizar la igualdad y dignidad de todas las culturas que conviven en el
país. Tampoco lo es, que la inversión del Estado en la cultura se considere
como gasto público social en forma similar al de la salud o la educación, o que
se reconozca en la Carta y por las Cortes que en la apertura de espacios a la
creación y difusión de bienes culturales se concretan anhelos solidaristas,
pluralistas y participativos que son base del dogma del Estado social de
derecho.
Resulta en realidad ilusorio que, al menos en tiempo próximo,
podamos hacer los Salvadoreños significativos aportes a la colectividad
internacional en lo económico o en lo político. Por el contrario, desde la
cultura, desde todo aquello que tiene que ver con la originalidad de la
literatura, la creación intelectual, con nuestro patrimonio material, con las
comunidades ancestrales, con las fiestas y la música tradicionales, con la
gastronomía regional, con las lenguas autóctonas y la rica medicina atávica,
con nuestro lenguaje urbano e interpretación de la cultura universal, inmensas
son las posibilidades de interesar al mundo y de enriquecer el acervo de
conocimiento de la humanidad.
En el entorno de
confrontación social bienvenidos entonces instrumentos de talla internacional
como el Segundo Protocolo de la Convención de La Haya para la Protección de los
Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, aprobado recientemente mediante
la ley 899, o instrumentos aún en proceso como las convenciones de la Unesco
para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial y otra para la
protección de la diversidad de los contenidos culturales y las expresiones
artísticas.
Melissa Estrada
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